Como evitar y tratar la rodilla del corredor

En el artículo de hoy en el blog de Running ZGZ vamos a hablaros de una de las lesiones más temidas tanto por los aficionados al running como por los profesionales: la rodilla del corredor. En primer lugar, explicaremos brevemente en que consista dicha dolencia y cuáles son los síntomas más habituales. A continuación, con el objetivo de que el artículo os sea realmente útil os daremos una serie de consejos o trucos para tratar dicha lesión, aunque como siempre nos gusta decir, si tenéis alguna duda lo mejor será que visitéis a un profesional como un médico o un fisioterapeuta, ya que cada caso es distinto según la persona, la edad, o el historial de patologías previas.

La rodilla del corredor es, en resumidas cuentas, una tendinitis que se localiza en la banda iliotibial, que es la que conforma el músculo tensor de la fascia lata. En otras palabras, es la parte tendinosa del músculo que está situado en la parte exterior de la pierna y que conecta la pelvis con la rodilla. Se inflama debido al roce entre dicha cintilla iliotibial con el epicóndilo externo del fémur. Por lo tanto, estamos ante un elemento fundamental para la práctica del running y su afectación puede llegar a ser incapacitante.

¿Cuáles son los principales síntomas?

Los principales síntomas se pueden acotar a un dolor punzante e incisivo que se da en la zona de la rodilla mencionada en el párrafo anterior cuando el sujeto está subiendo escaleras o una pendiente pronunciada.

Las causas pueden ser múltiples o variadas, pero normalmente es debido a un incremento del ritmo de entrenamientos, a una variación en la técnica de carrera o a zancadas demasiado largas para nuestra constitución física. A veces, correr sobre superficies duras como el asfalto o el cemento también puede terminar provocando la lesión de la rodilla del corredor.

Para aliviar dicho problema, aunque, como insistimos, es siempre mejor acudir a la consulta de un profesional para recibir un diagnóstico personalizado, os vamos a dar unos consejos breves y concisos.

  • Aplicar hielo o una de esas bandas de gel que se pueden introducir en el congelador. Si escoges los cubitos de hielo entonces debes poner un trapo entre la piel y el agua congelada.
  • Descansar y permitir que nuestra rodilla baje la inflamación de forma natural.
  • Aplicar un analgésico local antes o después de un trote suave.