La playa es un lugar ideal para despejar la cabeza de los problemas. Contemplar la inmensidad del mar nos ayuda a desestresarnos y por eso es una excelente terapia para el día a día. Quizás por ese motivo, muchas personas que viven en la costa o cerca de ella deciden salir a correr a la orilla del mar. De esa forma, como dice la expresión popular, «matan dos pájaros de un tiro». Sin embargo, correr por la playa no solo aporta beneficios, ya que también hay una serie de problemas asociados que os vamos a explicar en la segunda mitad del artículo.
Beneficios de correr en la playa
En cuanto a los beneficios que podemos destacar, además de ser un marco incomparable en el que desconectar, como decíamos en el párrafo inicial, son varios:
- Ayuda a fortalecer la fascia, situada en la planta del pie, por lo que nos ayudará a prevenir una eventual fascitis plantar.
- Se realiza un trabajo físico mayor y más exigente, por lo que conlleva una mayor quema de calorías en cada jornada de entrenamiento.
- Ayuda a dominar mejor la flexión del tobillo y así evitaremos esguinces futuros.
Por el contrario, también hay una serie de problemas y riesgos asociados. En primer lugar, una de las dos piernas se carga más que la otra. La pierna que está más alejada del agua pisa antes, pues la superficie tiene una leve inclinación incluso en las playas más planas. Esto hará que la rodilla de dicha pierna se cargue de manera excesiva, sobre todo si es una tirada larga. Por ese motivo, los médicos deportivos solo recomiendan correr en la orilla del mar esporádicamente. Es más aconsejable tan solo caminar, y que sean 10 minutos en una dirección y 10 minutos en la contraria. Además, las cargas de correr sobre la arena son mucho mayores, y esto puede provocar tendinitis en el pie, en alguno de los tendones clave como el tendón de Aquiles.
Los consejos para esquivar ese tipo de inconvenientes que tan solo nos provocarán que tengamos que parar el entrenamiento, tarde o temprano, son calentar muy bien antes de correr unos minutos en la playa, ir incrementando poco a poco la distancia, dando tiempo así a que se adapte nuestra musculatura a la exigencia de correr sobre la arena, y por último, correr siempre con zapatillas, aunque sea un incordio quitarle toda la arena después de cada salida.